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OSCURO



De la mano el candelabro, pegado a la vela, me habitas los laberintos, que yo mismo desconozco desde que se formó mi espíritu; y el trayecto es un reto para tus ojos, pues dentro de mis oscuridades y miedos, al mirarme por dentro vas rescatando todas las experiencias que han sido ocultadas por los continuos viajes del ego hacia fuera.
De la vela que parte de tu mano, mi exploradora, vas deletreando los paisajes encantos que permanecen insomnes ante mi conciencia; hay vivencias que ya no las tengo como reales, y mis sueños se confunden con los susurros de tu voz cuando soplas la polvareda acumulada en las repisas donde alguna vez ubiqué atesorados tiempos, ahora sin recuerdo.
De tus manos, a la sombra, me fuiste limpiando por dentro apenas me tocabas, y con tus ojos, mi salvadora, fuiste iluminando mis laberintos.
Ahora que no estás, volví a lo oscuro, latente, sin amor, sin rumbo.

LIBELUZANCUDO



Libélula baila con zancudo, zumbando orificios en el agua, acelerando espirales en los cuales centrífugamente aletea la pareja intentando mantenerse juntos. Los círculos son gigantes para su tiempo y su encaje.
Aparece otra danza, el agua, en sus giros, como espíritu viviente, emerge tiernamente, y en forma de amor, en esferas, centrípetamente transforma las alas con dirección a su centro.
Libélula y zancudo, tomados de la mano, bailan besados. La pasión los desborda hacia el contorno, el amor los atrae hacia el otro.
Libeluzancudo, pasión y amor, centrífugo-centrípeto; así como en lo pequeño, así en lo grande: Tu y yo.

AGUA



Hay un lago profundo, escondido, remoto en lo oscuro, de agua de cristal, que fluye hacia lo interno, dando vitalidad en su ruta de venas rocosas a través de la madre tierra; se alimenta de toda la humedad que gira alrededor del mundo, y de las aguas que se riegan por todo el entorno, filtrándose por el polvo, purificándose en el golpe de las cascadas que derraman en el centro cuando se acumulan extendiendo su frío hasta llegar al punto de desbordar aquella vida en aquel lago profundo y escondido.
Una lágrima ha partido, desde la internidad de tu belleza, no se sabe si es de miedo, alegría, felicidad o tristeza, pero el brillo va abriendo paso por todo su recorrido, dirigiendo la bendición hacia aquel lago escondido, caminando por mi corazón.
Y penetras lo más duro de mi alma, aclarando sombras; y llegando al lago, te sumerges, lágrima de luz, iluminándome las aguas, elevándome lo vivo a un nuevo nivel de amor, a una nueva forma de existir el tiempo en que toda mi humedad se contagia de tus vapores, generando torbellinos, desbordando lagos, abriendo caminos, purificandome el espiritu.

TU PRESENCIA ES UN ABRIGO



Montañas, nubarrones, perfiles orgánicos se organizan siluetando tu hermosura; en rompecabezas de horizontes, aparecen escondidos por la niebla, como si estuvieran suspendidos entre blanca tibieza.
La luz se refleja, el sol se esfuerza por asomar su cabeza y apenas logra amanecer con algún brillo, ahora que en este paraíso ha venido el día con frío, mucha niebla y no por eso con menos belleza.
Si te miro a lo lejos buscando tu figura, te encuentro apenas en el horizonte te imagino, y sé que estás ahí, impregnada en la naturaleza, definida por las montañas, jugando entre la niebla, asomando tu sonrisa para que el día se aclare,  y con la caricia de tu cabellera en el viento regar de rocío de todo lo que miro, sabiendo que aquello dará más vida a la ruta que marca tu paso, cuando el día es frío y no por eso hay menos belleza.
Tu presencia es un abrigo.

SOLEDAD



De labio a labio, te beso y al despegarme de ti, me siento extraño. ¿Será que ya te extraño? Y nuevamente te beso, y me siento completo.
De caricia en caricia, reconozco en ti todo lo que me falta, cierro los ojos y te leo, en tu alfabeto táctil de suave sensualidad y deseo; y luego me escribes recorriéndome el cuerpo con tu cuerpo, transcribiéndome Amor en historias sin tiempo que se van grabando en mi piel y fijadas con tus besos.
Así me siento entero, lleno, sublime, divino, eterno; de mis labios a tus labios, de caricia en caricia, de tu cuerpo a mi cuerpo; así siento el tiempo de vivir en ti, y en la lejanía, extrañarte en lo bello.