Acorralado
el tiempo, parte de su gloria se avalanza de forma instigadora hacia las fuentes
del origen cuando el dios aplica su verbo, y cronos cierra los ojos, asustado
ataca primero, chispeando los fuegos herreros al chocar iracundo contra la faz
del pasado, retornando al futuro, caminando perpetuo hacia el frente,
retornando hacia su hogar.
El camino ya se ha planteado, las dimensiones son extensas planicies
de visiones de luz que comunican los designios de todo este universo, y el
tiempo avanza, a veces lento, a veces con ansiedad, pernoctando en silencio, y
en sus sueños continuando con su andar.
Cada
vez que no te tengo, pido al tiempo que acelere el paso hacia un volverte a
encontrar; o en su defecto que regrese atrás a lo más hermoso que vivimos en
nuestro amar.
Y cada vez que en tí me entrego, le ruego detenerse, que no
necesito más, y cada vez es más hermoso, cada rezo en cada amar, para que cada
tiempo permanezca en la infinita existencia de un amor sin final.
Y el tiempo avanza siempre en su forma más espectral,
retándome a ser tu presente, deleitándome con tu ensoñar, buscando ser tu
futuro, en un amor sin tiempo, en la eternidad del presente, o en la infinita
existencia de un amor sin final.