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(UN BESO)

Y de nuevo al despertarme busco tu rostro
Te he soñado
Tus ojos me miran mientras vuelo
Y me escondo la luz para seguir en el sueño
Tu voz sonríe una dulce melancolía,
Y es que no quiero perderme durante el día
Pues no te tengo,
solo la noche me acompaña con tu cuerpo
Y me pregunto
¿quién disfruta de ti mientras no te veo?
Te he amado
y al despertar busco tus ojos, que me dicen
la palabra más dulce de tus labios en silencio
(un beso)
y mis labios solitarios, sedientos, que me piden
el mínimo roce de la vida, el mínimo aliento
(un beso)
Y yo que sigo en el vuelo de haberte tenido
me asusto en el cielo en el que me deslizo.
Pues todo tiene tu nombre, tu camino
No hay direcciones, no funcionan los destinos
Todo eres tú y en ti ahora me inspiro
Despierto y sigo dormido buscándote rendido
Queriéndote conmigo, caminando tu camino
En el sueño te veo, despierto y respiro contigo.

¿QUE HAGO AHORA CONTIGO?



Y fluye el cielo queriendo acompañarme en su rojo tardío,
hoy recuerdo que tanto llanto está el todo
y en aquello me deprimo,
cuéntame ¿qué haces ahora que sigues tu destino?
y luego de haberme en ti convertido
¿qué hago ahora contigo?
 
Ya conocí el caudal del espíritu en cada sin sentido;
ya lo viví, recuerdo que te había querido;
tu corazón me grita, y tu alma me hace ruido,
¿Por qué no pude amarte cuando pude cuando niño?
 
Desiertos, lagunas, pesares, cactus caídos;
sonrojos de cielo, huellas en el camino teñido,
demonios dormidos, sublimados en alcohol y vino,
en todo te he visto, y tú, ¿acaso me has percibido?
Lágrima de sexo, fecundas las gotas del olvido;
no nos tuvimos, la maleza apestó el sitio;
delirios, sanjuanes, bochornos, malentendidos,
te perdiste de mí, me perdí en  tu cariño
¿que hago ahora contigo?

TE ESPERO



Ojos que te veo, me dices que te espero
Y no tienes tiempo, tu acecho huelo a miedo
Tan solo danzas en espera de que algo caiga lento
Y voy buscando tu mano que apriete mi aliento
Que se extienda mi dedo hasta tu pecho
A que hora llegas? Por qué me rozas con tu cuerpo?
En un entorno movimiento todo lo que siento
Es el perfume de tu sueño
Me deja más vacío, ausente, y pretendo
No quererte, no esperarte
Y te espero
 
Es el simple espectro de lo que dejamos como cierto
el camino que a veces nos separa en el encuentro
no hay puentes, no hay desiertos, solo el ser, el cuerpo
cual bloque muro, cual estampida de silencio
mantiene el paralelo del beso entre lo cierto y lo anhelo
me piensas quizás? Te espero demás?
Te amo, te cuido, eres parte de mi acecho
Me llenas, presente, te encuentro
No te quiero, no te pierdo
No te espero
 
Simplemente anhelo  el olor de tu cabello
La cercanía de tu cuello en el abrazo tan sincero
Amor en velo, puedo, no quiero: el miedo
Después, que tengo? Creo que te conozco  y me miento
Saberte plena, niña llena, luna nueva, viajera
Me espera la condena de vaciar mi ausencia
Te despejas, te arriesgas, sin pena de la pena
Te busco, ojos que te veo, quien te quiera
Quien te viera, al quererte o al amarte
No queda más que esperarte
Y no quiero

FUGAZ. PRECIOSO FRÍO


Ciertamente la fe se ha debilitado luego del abismo
Cuánto vives? Me oyes?
Las puertas que nos persiguen abriéndose hacia dentro
han invitado un pequeño demonio que susurra
ligeros aromas fríos congelando lo eterno
Te percibes? Acaso existes?
Cuéntame: Cómo te haces real?
Las últimas ninfas se perdieron en el salto del mundo;
los grillos formaron sus ciclos y siguieron cantando,
el tiempo va en su camino por el espacio
y yo me pierdo tentado por el diablo;
levemente me encuentro separado de su acto,
imito sus movimientos, me escondo;
regreso a mi propia sicodelia, mientras te ubico,
Acaso existes? Sabes quién soy?
Mi pecado es colocar espejos,
portales de cristal mágico que desnudan el ego.
No puedo soportarte tan lejos,
y te extraño desde que ya no estás en el silencio.
Escucho tu voz en cada palabra tuya que leo
y me elevan suspiros del espiritu al hastío
y no me complico, no sé si te merezco.
No soy bueno, en lo malo soy eterno,
te percibo de ambos lados en tu sueño,
te cuido y a la vez me alimento contigo,
fugaz, precioso frío.

EGOVOLUCIÓN


Las fibras del telar, sexuadas, se quebrajan abismadas contemplando el vapor delicado de un sopor erótico excretado en la mañana. La aurora me contempla. Me visita la ingrata ironía de entregar mi alma al mundo: puerco bodoque revuelto de ideas, tolerancia y eminente ignorancia. Aurora sigues: oscura y celeste señora, amante sola, amante aurora; desnudas mi desnudez vertiendo tu cálida espesura de invisible diamante aéreo purificado en las horas de mis sueños. Me haces frío. Te asemejas, en sensaciones, con los caudalosos delirios ebrios de mis anhelos; te pareces, en ilusiones, a mi amada: figura universal de hermosura plena, contenta y mañanera. Eres aurora, y luego pasas. Re – evolucionas. Ya no está la celeste señora, ha pasado la vida en cada línea discreta que va marcando el oscuro ascenso hacia mi conflicto, carnal por mi cerebro, espiritual por mi amor. Mi tiempo es amar, mas no soy amor, en él me envuelvo. 

Retumba el viento. Aún sueño. Mi vida no despierta; todavía estoy muerto. Sueño madurando la opulencia de energía que me inquieta. Y me entrego a tu imagen. La energía de Morfeo, cómplice de mis maestros, me conduce hacia las cumbres de los cielos: oasis predilectos. Escalo hermosos bosques inclinados, verdes puros, pastizales sabrosos; camino por sus ríos, solo, egoísta, fascinado en mi ignorancia. La cumbre aparece, he llegado al valle; venerable aposento de hermosas playas virginales. ¿Seré dichoso? Sus aguas son tan castas que se pierden invisibles en el infinito invitándome al delirio clandestino de volar, enrumbándome en un viaje esférico, mágico, irreal. Venga mi delirio a consolarme en la realidad cuando mis plumas me deleitan, mis sueños me colman y mi cuerpo desvalido, pálido y banal, descansa sus maltratos, evoca pasados contactos y se muere en la estancia de su inercia acompasada de pereza y soledad.

Aquel es mi escape, puerta de emergencia a mis batallas, salida de mi alma. Entonces sí puedo sentir, aunque por efímeros momentos, unas miguitas de paz interior; aunque de manera fugaz, puedo sentirme y amarme. Pasado lo corto y fugaz, mi mundo de encuentro y de paz se torna caleidoscópico y en su conjunto de incontables figuras amorfas va maniobrando mi conciencia nuevos panoramas que acosan a mi ingenua ausencia: me devengo en espejo, en el que te miro, te encuentro, me fascinas, me pierdes y me libero en espíritu.

Abusando de mi albedrío, te distingo; tu figura no la defino, decirte hermosa sería un delirio, para ti hay un mejor destino, y lo único a lo que atino es mirarte como un pálido hechizo, una flor, la mujer, la madre; me invade el anhelo de hacerme tu regalo, que de alguna forma puedas encontrarme como un gusto para tus aromas, tus colores, tus sueños… me aventuro a transformarme: miro el espejo (o sea a ti), y me vuelvo un rosal y cual germen posesivo intento encontrar un hogar que establezca la unión y el equilibrio tan complicado en mi dualidad. Proclamo, entonces ser sus flores: esencia concubina de mil amores, hipnotismo con saetas llamativas en sus colores; pétalos sedosos, razón de codicia para sus captores. Soy flor de rosa, roja, blanca, multicolor, injertada; soy la dama soñada al final del ciclo vegetal, soy deseada, llamativa, todos me admiran; soy mujer (soy tú) y en mí se hace eterna la dinastía del rosal; estoy en la cumbre del hogar, soy belleza y me encanta; pero no me llena el alma.

Dejo la flor, bajo la escalinata y pruebo a ser sus hojas: corazones verdesperanza con la mirada hacia el sol; perfiles dentados de un excelente pulmón, ligero complemento de belleza a su flor. Soy hoja de rosa, verde oscura, acorazonada; también bella y muy observada; soy el aire interno que alimenta a la respiración en su sed; pero no me basta. Salgo de esta casa, continúa la escalera, y en el peldaño que le sigue en rumbo profundo me nace la tentación de ser sus espinas: niñas celosas, hurañas; tosco adorno de protección a tan alta hermosura, belleza punzante rondando su frágil tallura; soy espina, guerrera; por mí se frena el ojo enamorado temeroso de su mano; soy agresiva, celosa, defiendo lo mío, lo que amo; me ven con respeto, soy la ira de la defensa en protección inquieta, soy la dama prudente, ataco ante la mínima ilusión de acción hiriente; pero no soy esencia, no me llena ni me basta, algo falta.

Abandono la piramidal aguda en vista perdida hacia circulares horizontes y encuentro un cilindro atajo a la bajada, me encuentro con la columna de esta planta: peldaño viril de abundante savia, camino del maná hacia arriba y abajo, vida que viene y va. Soy tallo, soy el tímido armazón de los peldaños; estoy presente en todos lados, tengo muchos brazos; me admiran por mi acción, no hay belleza en mi fisonomía estancia; soy fuerte, soporte de la vida, caudal interno en torrentes de comida, soy alimento; pero me siento ser un instrumento, no me deja lleno, no me alcanza el efecto.

Sigo soñando, sigo creando. Mi cuerpo en éter escucha a sus ojos; estos, confundidos no encuentran objeto en qué seguir buscando; no hay graderío, aparentemente se ha terminado. El éter fluye a remolinos leves invadiendo inciertos rincones demasiados escondidos, perdidos por la bruma de lo físico; sectores serenos, personales; lugares vastos en el universo de lo único, canales espirituales. Cierro los ojos del fluido creando otro graderío hacia el silencio radical. Estoy en lo profundo, me fundo y me fusiono: soy raíz, soy cimiente; nadie me puede observar, soy la causa del efecto externo, un muy leve instrumento; no tengo valor sino por lo que hago y jamás alguien de mí ha escuchado; soy raíz, reposo latente de meditación vital, reflejo de ideas, catapulta de energía, espejo esencial; soy felicidad en el alma, soy natural, esencia. En este nivel de conciencia ubico un hogar, una paz; me alborota la fiesta del silencio paralelo al misterio de hallar tan hermosa localidad: esto si me…

En espontáneo cambio de escena, el éter confuso es lienzo oscuro: fabrico sus acuarelas, doy luz a sus siluetas; fui raíz, hace siglos, o talvez hace un momento: hoy soy la misma rueda revolcada de vida en vida en busca de un motivo. Ayer fui hace siglos, ahora soy lo que he sido: el mismo.

Desarmo cada silueta. La vida no debe ser de sombras; parto cada una de ellas y a la par asoman brillos de nostalgias: egoísmo lírico; nadie comprendería este arrebato de encontrarme en mis cabales fuera de mis sentidos corporales, de caminar cual mendigo, filósofo autodidacta sumergido en tanto conflicto. Pero, ¡un momento!, tras vacilar sobre mí mismo, la rebeldía de mis pasos atraviesa el vacío y marca sus huellas sobre el aire, va dilatando su sembrío, va cautivando el abismo; poco a poco va formándose su escala, se fabrican los peldaños, se produce el graderío; todo esto de tan duro material y tan valioso como el vacío, yo lo utilizo, soy usuario de su servicio. Subo.

En verdad he caminado, he despertado en medio de un sueño rumbo al espíritu de un hombre que no ha amado. Mi mundo interno, mi internidad, no conoce límites, ni rumbos; es infinitamente angosto, producto de mis ansiedades pasiones, de mis debilidades ilusiones, de mis ideas y deducciones. No hay rumbos. ¿Por qué he creado caminos? Hay luz. La luz es esencia eterna y está en el todo, no tiene el vacío. En mi mundo aun no encuentro mi nido.

Yo no soy para caminar, soy para volar; vuelo por mis caminos. Entonces, mi propio instinto se encarga de triturar el paso que camino tornándome en caída libre hacia el ligero laberinto de aire y de sonido. ¡Éxtasis de alma el desvanecimiento de mi hastío! Mi libertad, luego, fluye y en remolinos acompasados de espirales ventarrones descargo a mi cuerpo hacia la delicia de volar: soy proyectil espiritual en sui géneris trayectoria que no acierta de dónde viene ni a dónde va; emerjo de la nada para maniobrar entre selvas de incertidumbres, emerjo de la nada para volar, soy cauce espiritual. Soy espíritu, busco amar. No se qué cierta energía es la encargada de darme esta forma de trabajar; pero al no conocerla, el espíritu de volar encuentra en la fatiga una gran excusa para encallar. Poco a poco voy cayendo. Hago esfuerzos. Voy cayendo. Aleteo, muy suavemente. Poco a poco llegando al suelo, cayendo…

Vuelve el lienzo oscuro a mi inconciencia. Desesperado intento recuperar el pasado cuando volaba a voluntad. No recuerdo hace cuánto tiempo busco recordar. Me relato el momento, invento otra historia semejante, no resulta el intento. El pasado no regresa en lo distante: quimera sugestión de lo ausente, impotencia de aceptar un golpe en el presente. Ahora soy la realidad ausente cultivada en el pasado, aprendiendo; viviendo en un presente aislado, deduciendo; madurando el coraje de un ser libre en el futuro; aprendiendo, deduciendo y actuando.

Me estorba la luz del día que en un momento ha sido el misil culpable de mi descenso a la realidad en vida. Siento la tierna caricia del rayo dorado, visitante clandestino que a diario se cola por el vidrio; su ruido es el frenético estallido del silencio: me despierta.

La dama pereza me arrulla a destiempo, me reta a seguir durmiendo, flotando en nubes telares calentando instintos y la seducción ardiente de desvanecerme durmiendo mientras busco un nuevo sueño como si viviera por medio de ello. Intento ubicar mis remembranzas. De 6 a 9 de la mañana, te he soñado, he dormido tanto que me siento fatigado; gran pretexto de júbilo angustiado que me estanca a seguir acostado.

Vagas sombras son las escenas que rebotan al sobresalto de despertar. Recuerdo valles, naturalezas, rosas y escaleras, tú; procuro interpretar los acertijos del subconsciente, pero la información que me queda es escasa; la respuesta, otra vez, queda pendiente.

¿Estoy despierto en verdad? Soñar, dormir, despertar vivir, vegetar: son conceptos que busco percibir en mi mezquindad tras la confusión de encontrarlos presentes y mezclados en cada acción de mi cotidianidad. Ambiguo universo de la palabra es la expresión de mi verdad: sueño dormido, sueño despierto, vivo dormido, vivo soñando, vegeto viviendo, duermo vegetando, voy muriendo. ¿Será la edad? Es necesario matar un mundo para crear otro, mi egoísmo va muriendo, mas es eterno.

Y sonya las horas de vivir, me despierto, las horas son ya ¿Podré por fin amarte en este día?

Me levanto.