De prisa, pálidamente la luna me
ataca con el brillo de la muerte,
no me teme; y yo, guerrero de
sierpes, la miro en su llanto de odio;
me grita todas mis culpas, en
ecos agudos que no escucho
y me siento viejo queriendo
evitar el conflicto, sabiéndome fuerte
cargado de ira, por su suerte,
sin pena, por su pisada de lodo;
la miro en el fango de sus
propias lágrimas mezcladas con su paso,
me maldice, la bendigo, me ataca
con su lengua, yo me sonrío
cediéndole el cielo para su
ilusorio montaje, su amor inerte,
la sincronía odio-muerte se
perpetúa latente en su ocaso
y la carga se torna más pesada, la
gravedad de su odio es su martirio,
su aliento es agrio, apesta a
recuerdos añejos de mentira y amoríos,
huele a sangre, a olvido, a
mentira, hedor a podrido cadalso,
huele a ella, asumiendo su
plenilunio, ciega de luz y vacío.
Me dibuja sus gruñidos en el
espacio, y piensa que se divierte,
la miro y sonrío.
Recuerdo que en novilunio la niña
brillante era un dulce hastío,
era la duda doble visión,
entregada al tacto de su ego iluminado,
era la tierna guagua consentida y
sin conciencia de su nido,
un espacio fugaz en el momento,
un delirio de saliva, veneno y
ruido.
Y así yo fui su instrumento,
y como acto de amor me amargué el
tiempo,
y ahora, en la nada, me preguntó
¿Qué he hecho?
y como acto de amor, he sido un
buen mensajero,
y el espíritu me conoce, él sabe
vengar mi silencio,
y ahora empiezo…
Posado en mis serpientes, me
preparo a eliminar su conflicto;
mis muertos, mis espíritus, mis
abuelos siempre estuvieron conmigo,
susurrándome de a poquito mi
ausencia en mi sacrificio,
y ahora: despierto en mi
conocimiento, rememoro mis olvidos,
mi cuerpo ha vuelto a saber de
mis danzas y de su poderío,
y ahora surgen los rezos en cada pensamiento
movido,
yo soy, vengo de mí, me muevo en
mis sonidos
visiono mis bailes, mis tambores,
el fuego con que la miro
y la pálida gesticulación de la
pobreza de su alma,
el batá me acompaña, compongo mis
bailes, percuto mis armas
sabiendo que tan solo con cerrar
los ojos quedaría anulada,
cegando el pensamiento estaría
perdida en la nada,
y no me importa, ya ha sido
demasiada la espera
¡que rabia!, con la luna en
guerra, y el tiempo en ceguera…
Me preparo para la batalla, estoy
listo,
Y sé que me fortalezco contigo,
mi debilidad es tu silencio,
mas saber que existes me alumbra
el camino,
y ahora eres un rezo en mis rezos
de miedo,
y en mi negra magia soy un
guerrero.
Le bailo su muerte a la luna en
su esfera,
es bueno rezar el rezo del ciclo
que se cierra…
Y en tu ausencia y con mi
vulnerabilidad,
estoy listo y voy contigo de
escudo a la guerra.
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