Mi
aliento susurra un sortilegio, y mi lengua se traba en tu pensamiento, apareces
imposible, la ansiedad me absorbe y me devora, en mis sueños se me ha hecho
complicado besar tu sombra, pero parto nuevamente de tus labios, jugando con
ellos y en los míos te siento, con ese refugio ahora duermo.
Al
despejarme del cielo en que te veo, no concibo tu rabia, pero me enfrento. He
sido un bosque seco, de hojas en otoño, de lamento, seco, y en cada paso, voy
perdiendo mi ramaje
y te
encuentro, y al verte, mi sosiego se sacude, me deshoja los errores que he
sido,
y ante
ti aparezco desnudo y con frío. Disculpa mis equivocaciones, disculpa mi vacío.
Y
amaneces… La fábula decrece en su apogeo, siendo mi
historia lo que tengo, y en mi fugacidad hoy eres la protagonista de todos mis
cuentos.
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