Cierras los ojos, suspiras tu
anhelo, te amoldas a tu lecho muñequita deseo, y sucede que dentro del poder
del desvelo de tu sueño, te transformas en un ser diminuto, del tamaño de un
silencio. Como diamante aéreo te atas al flujo de mis pensamientos; en el
recorrido trayecto que dirige tus pasos hacia mi mundo en Morfeo.
Me buscas como destino para tus cuentos, y encuentras el rincón por donde te escucho cuando te leo. Te acurrucas cómodamente como si hubieras sido concebida para aquel sitio pequeño, y empiezas, con un antiguo dialecto, a susurrarme toda la noche historias de magia, alegres relatos de seres de luz que han compartido contigo la existencia del universo.
Y así me aleccionas, me instruyes, me formas, en la historia de tu magia, haciéndome tu aprendiz de amor, discípulo para tu cuerpo, investigador de tu pasión.
Me buscas como destino para tus cuentos, y encuentras el rincón por donde te escucho cuando te leo. Te acurrucas cómodamente como si hubieras sido concebida para aquel sitio pequeño, y empiezas, con un antiguo dialecto, a susurrarme toda la noche historias de magia, alegres relatos de seres de luz que han compartido contigo la existencia del universo.
Y así me aleccionas, me instruyes, me formas, en la historia de tu magia, haciéndome tu aprendiz de amor, discípulo para tu cuerpo, investigador de tu pasión.
Diminuta voz que me transforma en
haces de luz, cuando duermo, y así mismo, apareces como primer pensamiento al
momento de volver al silencio, cuando sale el sol, al crearme, creyendo en mi
sueño.