El desap ego |
En la búsqueda de las ideas que sobresalen dentro de los momentos como tiempos de conocimiento, permanece siempre constante la duda del por qué de cualquier credo, no se piensa en el silencio que abarca esa leve esperanza de escucharnos eternos. Se tiene miedo. Aparecen azules los pensamientos en el momento en que ya se sienten los lamentos.
Ahora bien, cuando la atención está enfocada directamente al tiempo en que suceden los hechos, aparece la realidad tal como es: real. En la carencia de un silencio interno, esta presentación “ideal” de lo real se pierde, y aparecen los pensamientos anticipatorios de las acciones que suceden, se tiende a fascinarse en el tiempo, y a soñar con los momentos, creando una infinidad de posibles futuros que nada tienen que ver con lo real. El silencio del presente basta para dar a conocer una situación extrema en nuestras vidas: el simple hecho de ser nosotros. El destino se asume como una simple forma de abaratar el pensamiento en cuanto no podemos asimilar nuestra responsabilidad de conciencia sobre los actos que realizamos durante la vida; la mayoría de las veces no estamos concientes de lo que hacemos, nuestra vida se convierte en un juego mecanizado en el cual todo ya está preestablecido, entonces simplemente se reconoce algún juego y se lo juega de manera tal que no es necesario siquiera hacer un esfuerzo de dilucidar su realidad, ya que por si está presente y fluye como tal.
Pero ¿qué pasa cuando se toma conciencia de cada juego dentro de nuestro desenvolvimiento social?
Querer es poder, “tener que” no es querer, entonces no hay poder. Siempre “tenemos que” hacer algo, pero, ¿nos han obligado? O es que ¿queremos hacer aquello que “tenemos que hacer”? En esto reside el poder. La solución sería tener conciencia de: en cuáles momentos estamos únicamente obligados. La libertad es poder.
¿Qué entiendes como poder? ¿Qué entiendes por libertad?
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