-Buenos días agüita, dame
tu bendición para limpiarme el cuerpo. Gracias con todo el corazón- Así
saludo con este espíritu maternal, mientras continúo mi rezo...
-Gracias madre por darnos el espacio para este día, gracias padre por la
nueva vida de hoy-
En
cada gota que voy sintiendo, empiezo una infinidad de rezos, haciendo
un eco de voces diferenciadas y acumuladas y evocadas por medio de mi
silencio, y sé que en el inicio de cada agradecimiento y plegaria, parto
desde tu nombre hasta terminar la oración con una frase de amor que
engloba lo que por ti siento: Gracias, y que lo nuestro sea eterno.
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