Hoy, ayer, siempre: el hada dorada maquilla su varita de escarcha de
estrellas, la misma que permite a los mortales volar. La hija de la luz,
centellea sus ojos para que los astros erosIonen su oro que alimenta al
instrumento de su magia, la misma que se expresa a través de sus
palabras. La señora del mito, habla profundo retumbando centinelas y
trompetas que abren el campo para que su silbido se escuche hasta el
infinito; y así con su tacto va convirtiendo en oro todo en lo que se
apoya.
Hada luciérnaga posa tu vara en mi alma y con la alquimia de tus besos convierte mi espíritu en tu tesoro y mi cuerpo en tu morada dorada.
Hada luciérnaga posa tu vara en mi alma y con la alquimia de tus besos convierte mi espíritu en tu tesoro y mi cuerpo en tu morada dorada.
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