De gota en
gota, se satisface la tierra exigiendo a la atmósfera abundancia de bebida, y
así llueve; aunque aquí con frío, en otros sitios las aguas son cálidas, aún
así el abrazo del agua siempre abriga; y el suelo, la madre, bebe dondequiera
la pureza de lo que recibe para devolver vapores de vida que respiramos todos
los que vivimos encima.
Frío en
luna nueva, belleza, la paciencia de la tierra por sus ciclos nos cobija con
amor, y esa melancolía de la ausencia del calor del otro cuerpo cuando nos
amamos en la lejanía, nos sirve de esperanza sabiendo que todos son tiempos de
partir y regresar; y que en algún momento disfrutaremos del cálido verano de
nuestros sueños. Juntos, completos.
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