En la intensidad de la luz, se
refleja mi sombra al horizonte, como elongación de mis formas; bailando a mi
ritmo, respiro y me miro la silueta que dibujo entre salto y giro. Le bailo a
la fuente, y aquella me acaricia cálidamente, dándome más brillo. La energía se
amplifica hasta el éxtasis, haciéndome danza color dorada, y la sombra
acompaña, me sigue las frases corporales; sudando conmigo cada disfrute de la
música que nos hace compás para este rezo en cada mañana.
Cuando despierto, imagino que me
miras, me brillas, fuente divina; y de todos tus ángulos, mi alma se fascina
doblegando siluetas que se extienden en toda dirección. En aquel hipnotismo
escucho tu voz y suceden las más hermosas melodías que invitan al paso a
saltar, al cuerpo a girar y al alma a volar.
Fuente de luz, voz de perla,
amor, mujer perfecta: todas mis sombras tienen tu silueta.
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