Láminas de oro,
extensiones de valles enteros hasta el horizonte cubriendo brumas, el sol gira
sonriente, y todo lo dorado se cubre para que tu paseo ilumine hasta el fundido
del vientre de la tierra en son de minas de tesoros. Tu paso es fuego, veranea
la sierra, ventila playas de sudores en los pechos cuando los actores de tu
odisea aparecen diestros para la batalla más correcta.
Tu fuego
acaricia mi barba, la vuelve rayos de colibrí, y llueven mis ojos en tu lumbre
desbordando la boca en besos de pasión. Felicidad, el soñarte a diario
humanizando los objetos, corporizando los verbos, animando los espacios,
divinizando los olvidos. Ojos bellos, caricias de niño, labios de esposa,
cuerpo divino.
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