Siembra la semilla de
saliva enjugada en almíbar, en mis labios tus besos, cada vez que me descubres
como oasis en el paraíso de tus almendros, y se perfuma la pasión al sentirnos
de cara al abismo de los ojos y así encontrarnos uno en el otro abrigados,
comprimidos, refugiados, libres, consumidos en cada chispa de latir que surge
del sudor del ascenso del cuerpo hasta la morada divina que crea tu
aliento al darme el soplo de vida, en cada uno de tus besos.
Semilla de
saliva, en la fragua de mi sonrisa; vientre aliento, beso perfecto.
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