Al delicado canto del
oceano, acompañan los delfines con danzas lúdicas haciendo ritmos de burbujas
de sal. Calipso vierte su bondad formando algas en olas que, rojizas en
zargazos, acumulan la belleza de este cuadro para figurar los mandalas que
harán energía para iniciar el fuego de esta ceremonia, en el centro del mar.
En tu
ombligo me detengo y de ahí navego hacia el rito de volver al cielo, iluminado
en tu alma con tus ojos en mi pecho. Y el delicado canto es tu jadeo, y
atestiguan los dioses todo el sudor de ceremoniarnos cuando nos convertimos,
por amor entregados con pasión, en la majestuosidad de un oceáno.
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