Hay un lago profundo, escondido, remoto en lo
oscuro, de agua de cristal, que fluye hacia lo interno, dando vitalidad en su
ruta de venas rocosas a través de la madre tierra; se alimenta de toda la
humedad que gira alrededor del mundo, y de las aguas que se riegan por todo el
entorno, filtrándose por el polvo, purificándose en el golpe de las cascadas
que derraman en el centro cuando se acumulan extendiendo su frío hasta llegar
al punto de desbordar aquella vida en aquel lago profundo y escondido.
Una lágrima ha partido, desde la internidad
de tu belleza, no se sabe si es de miedo, alegría, felicidad o tristeza, pero
el brillo va abriendo paso por todo su recorrido, dirigiendo la bendición hacia
aquel lago escondido, caminando por mi corazón.
Y penetras lo más duro de mi alma, aclarando
sombras; y llegando al lago, te sumerges, lágrima de luz, iluminándome las
aguas, elevándome lo vivo a un nuevo nivel de amor, a una nueva forma de
existir el tiempo en que toda mi humedad se contagia de tus vapores, generando
torbellinos, desbordando lagos, abriendo caminos, purificandome el espiritu.
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