Montañas, nubarrones, perfiles orgánicos se
organizan siluetando tu hermosura; en rompecabezas de horizontes, aparecen
escondidos por la niebla, como si estuvieran suspendidos entre blanca tibieza.
La luz se refleja, el sol se esfuerza por
asomar su cabeza y apenas logra amanecer con algún brillo, ahora que en este
paraíso ha venido el día con frío, mucha niebla y no por eso con menos belleza.
Si te miro a lo lejos buscando tu figura, te
encuentro apenas en el horizonte te imagino, y sé que estás ahí, impregnada en
la naturaleza, definida por las montañas, jugando entre la niebla, asomando tu
sonrisa para que el día se aclare, y con
la caricia de tu cabellera en el viento regar de rocío de todo lo que miro,
sabiendo que aquello dará más vida a la ruta que marca tu paso, cuando el día
es frío y no por eso hay menos belleza.
Tu presencia es un abrigo.
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