Miro al cielo, las
estrellas suspiran chispeando alegría. Acá en el suelo, vivo sintiendo que el
frío en algún día me cala los pensamientos haciéndome débil de fe y sintiendo
que brillas muy alto, tanto que la vista me falta para apreciarte entre los
brillos de tu aura.
Y desciendes con tu
paso elegante por aquel espiral que de peldaño en peldaño sacudes con tu
caminar, y siempre lo primero que alcanzo a mirar son tus pies, y te reconozco;
luego las piernas y me emociono; tus caderas y el corazón se pone cómodo; tus
pechos, y el espíritu vibra, tu rostro y mi alma grita, exhalando desde mi
rostro una alegre sonrisa.
Y apareces alada,
desnuda, brillante, sin prisa, das un salto me alcanzas; me tocas, me matas; me
tomas en tu mano, me besas, me das nueva vida y así enjugando mi alma en tu
saliva, ríes y bailas la propia sinfonía que suena desde tu sonrisa.
Descendiendo desde tu
divinidad a hacerme compañía, en caminos de estrellas espirales, marcas tu paso
elegante y vuelas a mí para abrigarme la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario