En cuanto a la cantidad de alma que se ha otorgado a cada conciencia
para perpetuar la existencia de la divinidad, los hierofantes coinciden, desde
que te conocen y te describen, en que contigo el creador precipitó su amor, y
te concibió con la misma ambrosía de la pasión con la que su verbo se convirtió en toda la creación.
Y así caminas y así existes, y así me has elegido (y me siento dichoso por esa
bendición), y cada vez que me amas, se desborda tu amor, me inundas, me
respiras toda tu alma en tu aliento de mujer enamorada; y me desarmas, me
matas, y con tu poder me das vida, me renuevas, dejándome la sensación del
vacío que resta luego de haber limpiado todo resquicio de suciedad, y me dejas,
apto para ti, y te marchas.
Y poco a poco con tu presencia vas haciendo un acto
de limpieza, partiendo desde fuera, me vas puliendo el cuerpo (con tu cuerpo),
vas cauterizando mi espíritu lastimado (con tu espíritu), vas liberando y
purificando mi alma (con la luz de la tuya) hasta hacerme merecedor de tu
pureza, y así, mi Diosa mariposa hada, amante salvadora de mi alma, vas
esculpiéndome de acuerdo a tu designio, llevándome por el camino delimitado por
tu mirada hacia el encuentro divino de estar contigo a tu lado, a través de tu
destino, siendo mis ojos, mis pasos, mi corazón, mi respiro y entregado a la
sutileza del vuelo que siento cada vez que me amas, perdiéndome del cuerpo en
tu cuerpo, sintiéndome niño, refugiándome en tu nido, siendo uno contigo.
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