En el rito de encontrarme con la luminosidad divina, como deseo
diario, cada día de mi vida y buscando
mi retorno al amor, como creación total de este universo, me domina un brillo a
lo lejos.
La luz me enceguece, me quema lo que tengo puesto y me desnuda, y así
sin miedos me acerco. Y en aquella desnudez, aquel brillo es como un espejo al
cual llego, miro mi rostro y se que te veo.
Y me envuelves, abrazándome con tu cuerpo y me descifras, y mientras
con tus ojos me siento en un paraíso de fuego, con mis manos voy recorriéndote
y te leo lo que más puedo.
Y en cada lectura, de cada verso en tu cuerpo, te vas reinventando y
en el nuevo momento en que me cubres por completo veo nuevos escritos y en cada
uno de ellos hay entrelíneas que me muestran tu sentimiento. Y mientras nos
amamos, suenan miles de “teamo” en repetidos ecos que en nuestros corazones
resuenan y nos llenan el aliento por completo.
Espero me alcance el tiempo para leerte toda la sabiduría de tu
cuerpo, llegar a tu espíritu y descansar en tu alma haciéndote mi hogar,
haciéndome tu compañero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario