Una luz me invadió en el sueño, la noche me contempló desnudo en el
silencio de mi desvelo, dentro del ensueño en el que vivo a diario contigo,
anhelando una realidad en la cual pueda conformar la estructura vital, del ser
humano en que me has convertido. Y al ser enceguecido, me desmayo-duermo y
despierto en un desierto.
Miro en el polvo de nuestro camino las huellas que hemos recorrido, y
siempre en paralelo; y siento que estás al lado mío, te percibo.
Veo nuestras sombras abrazadas que detrás de las espaldas se extienden
infinitas hasta un horizonte que se pierde en el vacío; y al frente nuestro,
está la tierra, apenas amaneciendo, despertando, y me regalas esta visión,
siendo tú mi despertar de todo lo que he muerto.
El desierto se ilumina por el día que amanece recortando la oscuridad
de la tierra, me aprietas fuertemente la mano para que no resbale y salte hacia
mi sueño cumplido.
Y te miro, te veo, te observo, estás al lado mío, pero
también estás en todo lo que vivo, me has hecho mirar la tierra desde fuera, y
ahí te miro, me llevas en viaje-amor hacia la luna y en la luna te miro, en
toda las sombras que se abrazan, en todos los desiertos que camino, incluso en
el vacío, en todo te miro.
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