Va degustando el dragón, flores
de azufre, verdeazuladas, para su alimento; resguardando la garganta para su
canto de fuego, y se consume lo que en el prado ha crecido como colorido
alimento que decora todo lo que ha visto , de vuelo en vuelo, aspirando los
aromas, visualizando manjares, saboreando pétalos, disfrutando de aquellos
vegetales silvestres que crecen en sus campos, y en ellos se detiene a
planificar su acto de forjar los volcanes para su reencuentro con la tierra
minando su centro, calentando su núcleo, girando el planeta en su continuo
divagar por el universo.
Y va contento, cargándose de
combustible natural, para su abrigado verbo. Él ya te conoce, y al girar por el
mundo, recorriéndolo entero necesita tener algo tuyo, o por lo menos
percibirte.
Dragón-amor, en sus lenguas de
fuego, va esculpiendo los cerros; alisando los arrecifes, perfilando montañas,
puliendo los terrenos; cerros y montañas, siluetando tus formas; arrecifes
esculpiendo tu cuerpo y terrenos para tus espejos.
Dragón-amor, va estructurando con
fuego, tu espíritu y tu cuerpo, todas las formas que evocan tu ser, en la
tierra, para así poder verte, besarte y saber que en cada rincón de su vuelo,
tú puedas estar y llegar con él, montada en una lengua de su aliento, directo a
tu cielo.
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