En el bosque de mis sueños, ha llegado la
primavera. Las flores se concentran evocando sus bellezas, emanando sus aromas,
y formándose en hileras al paso del nuevo viento que alegra toda la pradera.
Un leve remolino se congoja, formando una
sombra perceptible de hermosura que deviene en la blancura forma de tu silueta
y todos se quedan ensimismados incrédulos ante la sorpresa de verte creada del
aire que respiran, siendo tú la que les da la vida.
Y vuelas y buscas tus brisas, y vas besando
cada ser para dar más brillo a esta isla, ubicada en el bosque de mis sueños, y
te arrimas a aquellos más ancianos que han atestiguado desde siempre tu
presencia; y los árboles abrazados se sonrojan verdeciendo sus hojas,
palidecidos, observando tus danzas.
Tu sonrisa cubre de rocío el prado de donde
beben las diminutas gotas las hormigas, disfrutando del néctar que dejas en
todo el agua y descansan las libélulas escondidas en los hoyos que circundan
los recovecos arrinconados de la selva.
En el bosque de mis sueños, eres el viento de
la danza, el aire que conspira para que se haga eterna la vida; eres la vida.
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