Buscando
refugio en tu lecho, me escabullo a través de tu cuerpo y alucino. Intento
leerte todo lo que aun no he escrito y admiro una serie de jeroglíficos en tus
líneas que delatan la palabra que te ha formado: una infinita sucesión circular
de afirmaciones divinas, que de letra en letra (cuando dios piensa) te han ido
haciendo una criatura perfecta.
En todo
el cauce de mi espíritu, en el amor en el que me has convertido, beso cada
letra de tu cuerpo, y te voy leyendo. Y en tus frases me detengo para
entenderte y en todo el concepto de tu existencia transfiguro mi alma que se
funde con tu lienzo haciéndome tu piel, y te cubro, y así existo.
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