Otra
noche y te extraño en exceso. La visión de tu pecho que domina mi cuerpo,
aplastando mi silencio, desata en mi corazón un éxtasis de fuego. Me besas y te
abrazo con todo mi beso. Te mantienes encima, sacudes tu ira pendiente de mi
alegría y me conduces en un viaje ondulante de vaivenes candentes acompasados
en besos, suspiros, teamos, gritos y ruegos. Y en aquel movimiento, vas
moldeándome y nuevamente haciéndome pequeño. Mi amor se acompasa al ritmo de tu
alma escuchando el caudal de tu sangre que delata su deseo de ser uno conmigo
para el resto del tiempo, y ser eternos. En mi orgasmo extracorporal cierro los
ojos y te veo. Quise dormir en el rincón de tu lecho, donde el que te acompaña
no reconoce mi aliento, y me escabullí hacia tu sexo. Y amanezco guarecido y
clandestino, escondido, absorbido y repleto de amor, entero y contento; dentro
tuyo: exquisito momento.
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