En el centro del círculo me
encierro en el intento de sentir el elemento de poder que mantiene viva la
creación latiendo como un solo instrumento. Y es que estamos en el tiempo de
cosechar nuestro alimento y saciarnos con todo lo que nos merecemos.
En aquel intento apareces, como
viento, bailando danzas circulares, delimitando el flujo de los tiempos;
hablando con tu voz en canto, con la sutilidad de las hadas y las ninfas cuando
repasan sus sortilegios. Me envuelves en tu espiral, haciéndome tu centro, y
manejo la mirada buscando tu cuerpo.
Y creo que te extraño demasiado,
pues al querer buscar poder, en aquello te veo; y luego considero: si en la
visión de motivaciones para percibir el real encuentro entre mi razón y el
creador, todo me ha coincidido hacia la tonalidad de tu voz;
entonces en cuanto a la creación,
no es que viva como un solo momento, sino que cuando tú apareces las realidades
se fusionan en un solo sentimiento y todo se detiene a disfrutarte y detienes
el tiempo, todo cuando tu movimiento es la danza de tu caminar en el camino que
me dirige hacia tu puerto.
En el centro del círculo de las
hadas, los antiguos construyeron tu morada para que vivas como diosa, reina,
mujer, madre, gaia, y alrededor tuyo, elaboraron los templos en los que ellos
rezan la gratitud de tenerte como su amada.
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