De
noche te visito en tu lecho, y observo tu espalda desnuda, te recorro con un
largo beso que no se separa de ti mientras te envuelvo, te leo con mis dedos en
un espiral sincero, mientras enfrento el saberte con miedo de todo este suceso.
En tu espalda me establezco, mientras te abrazo y con mi mano izquierda sujeto
tu pecho derecho; con la otra te sujeto la cadera para que no se termine el
sueño (y te susurro que te amo, que contigo me siento completo), giras y me das
un beso entero; me tomas entre tus dedos, me vuelves a hacer pequeño y con tus
manos me haces recorrer todo tu cuerpo, hasta cierto punto en que me detengo.
Del sopor delicado del roce de de tu piel con mis manos, el aroma me invita al
refugio de dormirme en tu entrepierna, de almohada tu pubis, esperando que me
absorba tu sexo. Mientras tanto te beso todo eso.
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