Hoy
te veo transfigurada, amanecida desde tu larga jornada en la cual, cada noche,
cada madrugada realizas tu labor de guardiana de los sueños en los cuales busco
mi morada, y en mi necesidad de ser amado, merodeo la dulzura de tu paso, cuando
en tu naturaleza, eres la forma más intensa de la presencia divina en mi alma.
Y te
presentas real, hermosa, tierna; cobijándome la vida con la tibieza de tu
palabra y en el sueño me duermes, y en el cansancio de mi alma, de tanto haber
buscado aquella alegría especial, la sutil sombra que se abrace a mi silueta,
la sonrisa que aleje todo mal, el soplo de la vida, te veo, en tu
transfiguración, como una primavera inmensa, un jardín del paraíso; y
eres agua, eres tierra, eres el fuego que calienta, el viento que da abrigo; y
así te camino, y así descanso contigo, embriagado de todo tu poder; y así soy
tu paso, y me entrego a vivir en ti, en tus aguas, sembrando mi espíritu en tu
magia, cosechando de tu calma, habitando en tu pensamiento y abrigando mi
regazo con las flores que crecen en tu alma.
Y así
eres todo en mi vida, y así voy cada día buscando alimentarme la vida en tu
mirada.
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