Con la intensidad de tu mirada enseñándome la dirección del destino
para la vida que he empezado contigo, me guiñas de reojo, sonrisa deliciosa,
giro de cabeza, señales de tu mano, y un solo verbo, y me tienes contigo, completo,
entero, entregado a tus lecciones, empapándome de tu conocimiento, escuchando
contento los relatos de tu sabiduría.
Y eres prudente, y me cuentas el inicio de todos los cuentos, y me
dejas con la necesidad diaria de volver a ti, a escucharte con los ojos
cerrados y el corazón abierto, a reconocer en ti el final de todas las
historias, amparándome en el hecho de tu eterna secuencia de felices acontecimientos
en los cuales siempre has existido, y siempre has estado viviendo.
Y entonces cada noche, luego de tu relato, sueño que me duermo, que
descanso viviendo tus historias para luego repetirlas con todo el amor que te
tengo; y en el día, vivo soñando, atento ante a cualquier señal que me des,
pues mi corazón siempre está despierto ante la llamada de tu alma, y así sé que
te necesito.
Y en mi necesidad de escucharte, me has inventado como silencio y así
te escucho; en mi necesidad de sentirte me has inventado en aliento, y así cada
que sopla el viento, siento que es tu cuerpo; en mi necesidad de estar contigo
me has inventado el tiempo, y así estando contigo todo se hace infinito y eterno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario