Ante tanta densidad de almas que buscan
descansar en los sueños, Morfeo recreó un medio en el cual puedan ser embebidos
todos los espíritus que necesiten este escape mientras se desconectan del
cuerpo.
Este medio se activa con cada bostezo (aunque
a veces también nos pita, llamándonos cuando nos quedamos con la mente en
silencio) y hace parada justo cuando empezamos a cabecear y quedarnos quietos.
Este paso de realidad a sueño, nos sacude tanto el espíritu, que pocos
recordamos la subida al tren de Morfeo, y así cada día, cada noche el
itinerario es inmenso.
En el tren de
mis sueños, volando por dentro, mi viaje era largo e incierto; ahora ya
no voy en él, ya conozco los caminos, y he aprendido a caminar contigo: cada
uno por su riel, en paso paralelo y ritmo continuo;
hay más guías y más luz en cada destino,
siendo el mismo sendero, el que siempre hemos seguido; la jornada sigue
incierta, pero a tu lado, mi compañera, el viaje es intenso y llevadero.
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