En el vuelo de los dioses, éstos se transportan haciendo escala de sol en sol, y así se recargan para continuar el viaje: Hay tanto que supervisar, y tanto aun por crear, que la vastedad del cosmos apenas les alcanza para su eternidad; es su destino y así cada millón de millón de años se detienen por milenios a descansar en algún centro de galaxia en donde aparezca algo sublime.
Ahora es el tiempo, siendo tú un centro. Tierno astro-centella-cometa, imagen de si mismos, en brillo femenino, que salta de estrella en estrella relatando orgánicas fantasías de creación para sus ojos. Y apareces haciendo constelaciones, recreando el vacío, adaptando los espacios para perfilar galaxias en figuras diminutamente inmensas y extravagantes. Deleitas a los divinos en tu vuelo apacible de infinita belleza.
Y así hermoseas, con tu presencia toda la oscuridad que vas encendiendo en tu paso. Y siempre te cargo en mi mano, sujetándote los astros para que puedas pisar segura y no decaigas en tu lucha de encender la luz, hasta el último rincón del espacio. Los dioses me crearon para eso, para tí; siempre tendrás un escudo en mí, y buen viento, en mi corazón, en mi aliento, en mi alma, en mi mano.
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