Las células de
organismos conscientes actúan como ojos-cámaras de los dioses; nos observan y
aprenden, conocen el rastro de aromas, que deja la huella del alucine al
espacio de compartir un gesto, que en son de rebeldía, amanece al momento de
escucharse el último trueno, de la oscuridad, al saltar la primera chispa de la
estrella matutina.
Los
organismos conscientes son dispositivos testigos, lienzos de impresión de lo
gráfico en el límite del marco, continente y contenido se definen por lo que
perciben, entonces al pasearnos por todo lo vivo, estamos siendo documentados
para el gran libro de donde los dioses aprenden a vivir como humanos, deseando
conocer nuestro destino.
Todo lo
vivo amanece contigo, y se duerme en tu sueño, aprendiendo de ti en cada paso
de viento, que forma tu taco al patear el piso, de donde los sonidos bajos
retumban la tierra despertando a los dioses que quieren conocer tu tacto,
leyéndote a ti, como su gran libro.
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