Azules desbordes de
cascadas pajonales, soplando el viento al caminar en la altura del gran monte
nevado de fuego, que salpica besos de sangre de tierra, al momento en que te
escucha despertar, y la madre se mueve, te acurruca, te mece.
Te transfiguras en sirena de acústico eco, volviéndote atmósfera que respira el mar, y te envuelves de magnitud infinita haciéndote rocío para el resto de la humanidad. Refrescas la realidad; y así la vida amanece, un nuevo día para que el cielo esté feliz de que la luz se haya abierto a través de tus ojos, como puertas directas hacia la divinidad.
Te transfiguras en sirena de acústico eco, volviéndote atmósfera que respira el mar, y te envuelves de magnitud infinita haciéndote rocío para el resto de la humanidad. Refrescas la realidad; y así la vida amanece, un nuevo día para que el cielo esté feliz de que la luz se haya abierto a través de tus ojos, como puertas directas hacia la divinidad.
Y todo
despierta en ti.
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