Los videntes de las nubes tienen visiones alfanuméricas que se leen directamente en sus venas cuando la sangre les quema, códigos llamaradas, circulación humeante de testigos vitales que delatan el latir de todo lo que están a punto de descubrir, reflejo de su corazón.
El espíritu caliente de amor despunta en auras de flagelos, caricias que como soplo de sabiduría se internan en las frases que pronuncian cuando mencionan lo que está por suceder.
Decisiones, algarabías, nostalgias; apologías de versos que no alcanzan a cantarse pero que se entonan con el respiro y el jadeo en el ascenso hacia el vuelo de la nube para alcanzar el cielo y así volver al silencio.
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