Montes
en aguas, tierras altas, ríos en alas hasta vertirse al cielo, navegan las
hadas, respirando averno, suspirando fuego. Los tiempos se asemejan a los de
los pioneros, cuando todo era nuevo, cuando hasta la gota de lágrima en el ojo
del huracán era para sorprenderse; así se estructuran los imperios, de acuerdo
al convenio de la sociedad que viva la fugaz batalla de sobrevivir al tiempo.
Los ángeles revisan todo este libreto, corrigen las posturas del vidente hacia
la finalidad ausente del que dirige este evento, único en su momento,
transparente, elegante, eterno. Hay visiones de las diosas que van
transfigurando su cuerpo en tierra, designando lo que crean como una extensión
física de su belleza.
Y ahí estás tú dirigiendo toda aquella grandeza, figurándote perfecta esfera para latir en tu matriz, y darnos vida a todos los que te vivimos en tu vientre, abrigados por tu suave respiro, por la dulce tibieza de tu piel cuando te transformas en madre tierra.
Y ahí estás tú dirigiendo toda aquella grandeza, figurándote perfecta esfera para latir en tu matriz, y darnos vida a todos los que te vivimos en tu vientre, abrigados por tu suave respiro, por la dulce tibieza de tu piel cuando te transformas en madre tierra.
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