La estrella matutina se embarca desde el ocaso anterior en busca de
sol, camino de constelaciones, azufre de nebulosas, hitos de pulsares, todos
marcando sitios por donde la gran esfera es un duoverso para la alimentación
del Gran Espíritu en su conocimiento.
La estrella matutina atraviesa la existencia,
navega en el vacío, haciendo una estela eterna por la galaxia; senderos de
polvo cósmico, eternos, caminados por dioses, explorados por poderes, entregados
a los seres menores.
Estrella camina, describiendo su elíptica blanca
carmesina, centelleando el reflejo del corazón en su centro, y desde el cielo
me abriga al despertar cada día.
A ella le cuento que te amo, y así ella te busca,
luego se cola por tu cuarto, en una esquina, para verte; tú la fascinas, ella
te sonríe, se ilumina.
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