Habíamos partido de la conciencia desde algún orgasmo en el cual fuimos concebidos, y saltamos al universo en busca del planeta exacto de rostro tierno y verde madre para cultivarnos, buscándonos desde el infinito para alcanzarnos...
y vivimos.
Habíamos concertado la esperanza de ubicar el sitio exacto donde la luz es azul para cuando la caricia supere la piel y el ojo avance la vista mucho más allá del vestido, más lejos que el vaivén del viento atravesando horizontes divinos.
Habíamos quedado en dirigir los labios hacia el beso del cuadro de sonrisa, como vértigo de lengua para mostrarnos afecto, y así empezar el rito de la ceremonia de los cuerpos cuando nos amamos.
Habíamos quedado, hoy quedamos, hoy estamos.
Y se desbocó el amor, para nuevos orgasmos, para eternamente acompañarnos.
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