De
limpia el espíritu se contempla frente al oráculo manifiesto en insurgente
respeto, lo aspira, lo saborea entre narices, se eleva; tiende a suspirar en
cada ensueño como cambio de canal o frecuencia al momento de verse en si mismo
dentro: ilusiona lo más bello; los guerreros hacen danza de rezos y extienden
la cobertura del amor a el sinfín infinito del silencio.
Y del
silencio apareces, sonríes, caminas, te dejas percibir en tus aromas; y se crea
el universo. Naces del rezo del espíritu, del rezo de los más antiguos y sabios
guerreros.
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