Sentada en tu aposento, en la cima del universo, sonríes a carcajadas
y en cada sonrojo del silencio se van creando nuevas galaxias que adornan como
diademas a tus ojos.
Tu alegría es la luz del día, y en tu calma, el
fuego de los planetas se fragua para generar paraísos continentes en aguas
mares de pasión perpetuando lo que vas haciendo con tu pensamiento.
Brillas más que millares de soles juntos.
Con tu mano extendida alcanzas a acariciar hasta
la infinidad para establecer la vida, una chispa de tu alma en cada ser que te
pueda percibir como la diosa, la madre, la divina.
Amoldas los labios en delicia chocolate para
infundir aliento y respiro a todas tus formas, y en la magia de tu concepción
del todo, sacas chispas del corazón para establecer la conexión entre creación
y criaturas, Diosa, madre, divina.
Cada noche, en mis vivencia de cuando duermo la
realidad; eres la Diosa génesis de los sueños más bellos, siempre sentada en tu
aposento, en la cima del universo, y desde aquel dorado asiento, me dignificas
a tu lado, besándome el pecho, acariciándome el cabello, haciéndome tuyo, y así
creando universos enteros.
Cada noche vamos en la ruta de los mares
infinitos, haciendo nuestros hogares para las infinitas vidas que viviremos
juntos.
Cada noche esposa-esposo
se comprometen y prometen la vida en el ensueño, la realidad en lo cierto, la
belleza en lo bello, la bendición del amor en lo sagrado de la entrega con Dios
en el fuego eterno.
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