Me desvanezco del aire, atravieso la cama, caída libre hacia el
nevado, todo blanco; caminos de algodón y casas de campo, discurso de fantasmas
que me reconocen y apenas abren los ojos; se sorprenden al verme. ¿Acaso he
regresado?
Las cabañas almidonadas de nieve, sacuden bulbos
de humo desde las chimeneas; hay fuego interior que parlotea con el frío, me
encuentro desnudo y me asusta ligeramente el congelarme; pregunto a los
fantasmas sobre aquel aspecto y me saben acomodar la vibración para que pueda
vestirme de calor aun estando con la piel al aire. La niebla me abriga.
Camino en busca de mi casa, piedras saltarinas, violetas y azuladas, juegan con mis pies haciéndose agua y camino sobre ellas.
Camino en busca de mi casa, piedras saltarinas, violetas y azuladas, juegan con mis pies haciéndose agua y camino sobre ellas.
Niebla nube se hace espiral túnel, cada vez más
espesa, me envuelve, y abduce a varios metros sobre la tierra. Entre
giros concibo que eres tú que me haces nueva piel con el abrazo de tu
viento; reacciono, giro contigo, extiendo los brazos, y logro envolverte
conmigo, para huracanear juntitos en aquel camino piedra-agua-fuego, pegado los
labios en un delicioso beso.
Así caminamos los dos desnudos, limpios,
amorosos, abrigados; en nuestra tierra blanca, en nuestro paraíso abrigado, en
nuestro sueño dorado.
Y siempre todo lo iluminas...
Y siempre todo lo iluminas...
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